Adiós a Paul Auster, un maestro de la casualidad con un éxito nada casual
El famoso escritor norteamericano falleció el pasado 30 de abril, rodeado de su familia y amigos, dejando tras de sí un gran número de novelas, poemas, ensayos y guiones, fruto todo ello de una vida de película.
Nacido en Nueva Jersey en 1947, y proveniente de una familia de ascendencia judía austriaca, mostró gran interés por las letras desde muy temprana edad. Su tío, traductor de oficio con una gran biblioteca, fue una de las grandes influencias de su infancia, comenzando a escribir sus primeros textos con tan solo 12 años. Inmerso ya en su potencial carrera como escritor, algunos de sus referentes fueron Franz Kafka y Samuel Beckett, pero también el poeta alemán Paul Celan o Miguel de Cervantes con su Don Quijote.
Graduado por la Universidad de Columbia en Literatura francesa, italiana e inglesa, comenzó a trabajar como traductor de textos de autores franceses. Precisamente a París viajó en más de una ocasión y con motivaciones diversas: de trabajar en el cine a eludir su alistamiento para la guerra de Vietnam. Además de un escritor condecorado, Auster fue ferviente defensor de los derechos humanos, por los que se manifestó en multitud de ocasiones.
La obra de este escritor, guionista y director de cine se caracteriza por el absurdismo y un uso magistral del azar y la casualidad, el existencialismo, la identidad personal y la muerte como temas principales, con las tramas policiacas y su amada ciudad, Nueva York, como escenarios recurrentes. Entre sus novelas más importantes, traducidas a más de 40 idiomas, destacan La trilogía de Nueva York, El palacio de la luna, La música del azar, Leviatán y 4 3 2 1.
Ganador de múltiples premios como el título de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, el Premio Médicis o el Príncipe de Asturias de las Letras, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid. A pocos meses de su despedida final, el autor dejó su última obra, Baumgartner, publicada por Seix Barral y que cuenta el proceso de duelo de un anciano escritor, volviendo a la muerte como tema central: como hiciera justamente en una de sus primeras novelas La invención de la soledad de 1982, cerrando así de forma redonda y poética una carrera inigualable.