Dime cómo firmas y te diré quién te lee: 10 escritores con seudónimo

Algunos buscaban anonimato por razones variadas, algunas no tenían más remedio que firmar con nombre masculino para superar barreras, y hay quienes eligen una doble identidad por diversión. Los abajo firmantes son algunos de los autores de best sellers que han recurrido al seudónimo.

 

1. CHARLES LUTWIDGE DODGSON (y el dodo corredor) 
Nadie diría que tras un nombre tan serio y formal se esconde el autor de esta frase: «Muchas veces soy capaz de creer seis cosas imposibles antes de desayunar». Se dio a conocer como Lewis Carroll con Alicia en el País de las Maravillas, el único libro que demuestra que vale la pena seguir los consejos de una oruga fumadora.

 

2. ERIC ARTHUR BLAIR (y el Gran Hermano) 
Su primer manuscrito (Sin blanca en París y Londres) estuvo a punto de acabar en la papelera. Eric firmó con otro nombre para evitar que su familia se avergonzara de la pobreza que describía en esta primera obra, de carácter autobiográfico. Escogió George Orwell como alias y se dedicó a escribir clásicos como Rebelión en la granja y 1984.

 

3. PAUL FRENCH (y las leyes de la robótica) 
Publicó más de 460 libros con su nombre real, Isaac Asimov, sin que ningún editor le dijera que frenara un poco. Sin embargo, en la década de los cincuenta inició una serie de ciencia ficción juvenil con elementos didácticos, protagonizada por un personaje llamado Lucky Starr. Llegó a escribir seis de estas novelas, atribuidas a Paul French.

 

4. JÓZEF TEODOR KONRAD KORZENIOWSKI (y Apocalypse Now
Este es un buen ejemplo de sentido común la hora de modificar la firma de un escritor. Joseph Conrad se limitó a escoger una versión anglificada de su nombre, ya que publicaba en inglés. Muchos intelectuales polacos se indignaron por esta concesión. Sin embargo, Conrad nunca ocultó sus orígenes y hoy todas las lenguas celebran obras como El corazón de las tinieblas.

 

5. «A LADY» (y los prejuicios) 
Una de las autoras más célebres de la literatura inglesa publicó de forma anónima su primera novela: la portadilla de Sentido y sensibilidad aclaraba que había sido escrita «por una dama». La siguiente obra de Jane Austen, Orgullo y prejuicio, se atribuyó al «autor de Sentido y sensibilidad». Su nombre verdadero apareció por primera vez en sus obras póstumas.

 

6. SAMUEL LANGHORNE CLEMENS (y los sombreros de paja) 
Samuel trabajó en barcos fluviales del Misisipi durante años, donde se marcaba la profundidad navegable, medida con una cuerda, al grito de ¡Mark Twain! El origen de la expresión no está claro, pero con este alias dio vida a personajes literarios como Tom Sawyer y Huckleberry Finn, además de obras como Un yanqui en la corte del rey Arturo.

 

7. JOANNE ROWLING (y los muggles
Sus editores le sugirieron que usara las iniciales para disimular su nombre de pila, ya que pensaron que un nombre femenino podría atraer menos a los niños que a las niñas. Sin embargo, los libros de J. K. Rowling llegan a todo tipo de lectores. La creadora de Harry Potter también usó un seudónimo masculino, Robert Galbraith, para escribir sus thrillers policiales.

 

8. STEPHEN KING (y el misterio editorial) 
En los años 70 y 80 se pensaba que el público no estaba acostumbrado a que los autores de best sellers publicaran más de un libro al año. El ritmo endiablado de King le empujó a firmar como Richard Bachman novelas como La larga marcha, El fugitivo o Maleficio. Hasta que un librero suspicaz detectó el estilo inconfundible del escritor y desactivó la estrategia.
 

9. DAVID JOHN MOORE CORNWELL (y el microfilm robado)&nbsp
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De todos los motivos que pueden impulsar a un autor a ocultar su nombre, este es, sin duda, el más cool: David fue un verdadero espía, así que optó por firmar como John Le Carré, pese a que uno de sus superiores le sugirió que escribiera como Chunk-Smith. Nunca sabremos si con este nombre se hubiesen vendido novelas como El espía que surgió del frío.

 

10. Puede que se llame ANITA (y puede que no) 
Elena Ferrante es el seudónimo asociado a la saga «Dos amigas». Muchos se preguntaban por su identidad, pero ella prefería seguir escribiendo desde el anonimato. Hay quien dice que podría ser la historiadora Marcella Marmo. Otros, que es una ensayista llamada Anita Raja. Lo único seguro son los más de 30 millones de ejemplares vendidos. Vendidos por Ferrante.