Su aspecto tira de espaldas… pero es un perro con un gran corazón
COLECCIÓN PERRO APESTOSO - Colas Gutman y Marc Boutavan
Perro Apestoso no destaca por su inteligencia, pero es inconfundible por su aspecto (y porque huele a sardinas). Vive en un cubo de basura con su mejor amigo, Gatochato.
Si te atreves a acariciarle el lomo, descubrirás una textura a medio camino entre alfombra vieja y fregona reseca. También es un nido de pulgas y tiene un club de fans que le sigue a todas partes, compuesto en exclusiva de moscas.
A pesar de todo esto, y como queda claro en todas sus aventuras, es un ser adorable y un buen compañero. Además, no conoce otra forma de vivir: siempre hace lo que quiere, cuando quiere y donde quiere. Es libre. Como un perro apestoso.
Un día descubre que todos los perros tienen amo, pero él no. ¿Y qué es un perro sin dueño? Pues es una lata sin abrelatas o un yogur sin cuchara. En definitiva, algo incompleto. Así empieza una de sus primeras historias.
Desde que nació, Perro Apestoso debe de haber digerido unas 157 salchichas caducadas. También ha estado a punto de morir envenenado con matarratas unas cuantas veces. ¡Eso se acabó! Para evitar más problemas de este tipo, decide aprender de qué va la vida en Perro apestoso va a la escuela.
A su colega Gatochato lo atropelló un camión y ahí se ganó el nombre, porque está bastante plano. Perro Apestoso tiene suerte de poder contar con él, porque la mayoría de las veces no entiende nada y mete la pata sin parar.
Un buen día, nuestro héroe se enamora de Singracia, la perrita faldera de la gran estrella de la canción Lady Vaga (famosa por hits como Ladrar pegados). Gracias a los consejos de Gatochato, intentará conquistar el corazón de su amada, tal y como se cuenta en Perro Apestoso se enamora.
Los dos amigos no necesitan demasiado para ser felices. Pero, a veces, la nostalgia se pasea entre los cubos de basura, sobre todo ese tipo de tristeza que viene de pensar en cosas que ya no volverán. Pero ¿y si fuera posible echar marcha atrás? La respuesta, por si te interesa saberlo, está en Perro apestoso y la máquina del tiempo
En otra de sus ocurrencias, Perro Apestoso cae en que nunca ha visto el mar. Tampoco sabe qué son unas vacaciones. Por eso cuando le ofrecen una plaza en el Campamento Mugriento no se lo piensa dos veces: ¡por fin descubrirá la costa!
Lo mejor de todo es que el fiel Gatochato se va a sumar al viaje. ¿Qué pensarán los veraneantes? ¿Estarán dispuestos a compartir un cachito de playa con un saco pulgoso y un lenguado gatuno? Eso lo veremos en Perro Apestoso va a la playa.
Estas son solo algunas de las buenas razones para descubrir las aventuras de este par de vagabundos entrañables. Si los ves paseando por tu barrio, en busca de un refugio para la lluvia o explorando un yacimiento de cajas de cartón y pieles de naranja… ¡dales una oportunidad!