Ácaros, polvo y alergias: cómo nos afecta la suciedad que no vemos

Tal vez nuestros abuelos se habrían sorprendido si alguien les hubiese pedido que pasaran la mayor parte del día bajo techo. Incluso puede que les resultara algo difícil de conseguir. Y sin embargo, aquí estamos: en casa, en el trabajo, en el metro, en el supermercado, en el gimnasio... Sí, los habitantes de las ciudades pasamos, en promedio, cerca del 95% del día en ambientes cerrados. Lo que significa, en términos microscópicos, que compartimos una gran parte de nuestra vida con miles de ácaros.

Comencemos por el principio. Y en el principio está el polvo: ¿de qué está compuesto? Suele decirse que el 70% del polvo doméstico son escamas de piel muerta, pero en realidad ese dato es una exageración. Aunque varía mucho dependiendo de dónde nos encontremos, los componentes más habituales son, en efecto, residuos de piel (nuestra y de animales, si los tenemos), pero también arena y tierra, fibras de tejidos, polen y restos de insectos.

Lo más llamativo es lo difícil que resulta eliminar completamente el polvo de nuestros hogares, aunque a simple vista nos parezca que no hemos dejado ni una partícula. Siempre hay algún rincón inaccesible que escapa a nuestra limpieza a menos que contemos con los accesorios adecuados.

En este submundo de polvo y fibras es donde viven los ácaros. Unos 188 individuos por cada gramo de polvo, nada menos. Alfombras, edredones, camas, almohadones, cortinas, ropa... hasta tu misma piel. ¿Qué son los ácaros del polvo? Son arácnidos diminutos, invisibles al ojo humano. Y a pesar de que bajo el microscopio tienen un aspecto monstruoso, no constituyen ningún peligro: no transmiten enfermedades ni pueden provocarnos heridas, pero sí que pueden causar reacciones alérgicas.

Los hogares modernos no ayudan mucho a mantenerlos a raya: la temperatura y la humedad estables a lo largo del año, así como la profusión de tejidos que mencionábamos antes, contribuyen a crear un hábitat ideal para estas mascotas involuntarias. Incluso las aspiradoras corrientes resultan ser contraproducentes, puesto que los esparcen por el ambiente. En este sentido, las aspiradoras con mucha potencia de succión son las únicas recomendables para disminuir el número de ácaros en casa y los efectos que estos pueden tener en las personas alérgicas.